jueves, noviembre 22, 2007


TERRIBLE Y GENIAL


A lo largo de la historia de nuestro cine, muy pocas figuras han sido capaces de servir de modelo absoluto y referente incontestable a las diferentes generaciones, tendencias o movimientos, muchos de ellos lejanísimos en cuanto a estilo y forma, que surgían a su alrededor. Todos ellos (cómicos, escritores, guionistas, periodistas, cineastas, dramaturgos o académicos) dicen ahora adiós a Fernando Fernán Gómez.


Más de doscientas películas como intérprete y unas treinta como director son el extenso legado audiovisual que nos deja este autor global, total, que alcanzó todas las artes que se pusieron a tiro de pluma, siempre desde una visión original, irónica, ácida y propia, innegociable en sus opiniones y clarísima en la exposición de sus argumentos.


El mismísimo Jardiel Poncela, cuya carrera guarda no pocos paralelismos con la de Fernán Gómez, fue quién le puso sobre las tablas por primera vez en “Los ladrones somos gente honrada” (1940), y de ahí en adelante todas las producciones españolas intentaron contar con el actor y su peculiar y espontánea forma de interpretar.


Tras triunfar en las salas con “Domingo de carnaval” (1945) de Edgar Neville o “Balarrasa” (1950) de Nieves Conde, Fernando Fernán Gómez tuvo la buena idea de atreverse con la dirección y rodar “Manicomio” (1954), a la que siguieron, entre otros títulos, “La vida por delante” (1958), “La venganza de don Mendo” (1961) y nuestra favorita, esa rareza maldita que, concebida junto a Luis García Berlanga, sigue formando parte de ciclos y homenajes y que se llama “El extraño viaje” (1964).


“El espíritu de la colmena” (1973), de Víctor Erice; “El anacoreta” (1976), de Juan Estelrich, primero de sus dos Osos de Plata; y “Belle epoque” (1992), de Fernando Trueba; como actor, y “El viaje a ninguna parte” (1986), por la que consiguió seis Goyas, y “Mambrú se fue a la guerra” (1986), como director, culminan la carrera propia del Renacimiento de este pelirrojo terrible cuya esencia puede contemplarse en plenitud (y partiéndose uno de la risa) en la película/conversación de David Trueba y Luis Alegre “La silla de Fernando” (2006).

info, CINES RENOIR

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